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Los «siete magníficos» del mundo tech, atrapados en la guerra comercial: uno a uno, cómo es su relación con Donald Trump

Hace unos días, en medio de una feroz batalla comercial con China que produjo un cimbronazo en los mercados, Estados Unidos decidió moderar su postura al eximir a celulares, computadoras y otros bienes electrónicos de los aranceles a las importaciones. ¿Qué actitud adoptaron los “siete magníficos” del mundo tech y cómo fueron los vaivenes de los CEOs con el magnate republicano?

Aunque las acciones de Apple, Microsoft, Nvidia, Amazon, Tesla, Alphabet (Google) y Meta no lograron recuperarse del cachetazo financiero, Jeff Bezos, Tim Cook, Sundar Pichai y Mark Zuckerberg optaron por mantener un silencio protector.

Esta demostración de lealtad es un reflejo de las expectativas de los Magnificent Seven de que Trump muestre una mayor flexibilidad que Biden y los ayude a fortalecer una industria que no está acostumbrada a las turbulencias.

La prudencia de estos CEOs, especialmente de los que manufacturan hardware, se basa en una lógica inductiva: EE. UU. se convirtió en una nación volátil, donde los caprichos presidenciales deben ser atendidos antes que cualquier doctrina política o declaración pública.

Antes fueron rivales y ahora amigos. EFE

En el último año, la relación entre los líderes de estas empresas y el mandatario es comparable al vértigo de una montaña rusa. Muchos pasaron de amenazas y extorsiones a una sorprendente alianza de apoyo incondicional.

Entretanto, el Gobierno de China calificó las medidas como un «pequeño paso» para que Estados Unidos «corrija su práctica errónea» de aplicar aranceles al gigante asiático e instó a Washington a que «cancele por completo» los gravámenes.

Sin embargo, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, adelanto que estos dispositivos quedarán sujetos a una nueva oleada de impuestos bajo el paraguas de los «aranceles a los semiconductores», que podrían entrar en vigor «en uno o dos meses».

Las empresas alineadas con la Casa Blanca se benefician de exenciones arancelarias, lo que reduce los costos de importación. Esto les permite mantener precios competitivos y aumentar sus márgenes de ganancia.

Otro recurso son los canales privados, donde cada líder tecnológico puede presionar para obtener exenciones arancelarias u otros favores. El CEO de Nvidia, Jensen Huang, que no asistió a la ceremonia de investidura, acudió a una cena de un millón de dólares en Mar-a-Lago, la residencia de Trump en Palm Beach, Florida.

Poco después, el gobierno retiró sus planes de aplicar controles a la exportación de algunos chips que Nvidia vende a China. Apple también busca un acuerdo similar, considerando la complejidad de su cadena de suministro y su dependencia de China.

El brillo de Apple

Tim Cook, el más hábil de todos los CEOs.

Durante el primer mandato de Trump, Tim Cook se encargó de cultivar con esmero, una relación directa con el presidente, aprovechando cada oportunidad para influir en temas cruciales como el comercio exterior y los alcances de la Ley CHIPS.

De hecho, Cook se erigió como uno de sus consejeros delegados de confianza, con una relación más que estrecha. El CEO de Apple tiene vía libre y se le concedió una ubicación de privilegio durante la asunción del mandatario, en enero pasado.

Una de las estimaciones de la administración Trump fue que la guerra comercial con China serviría para que los iPhones se vuelvan a fabricar en suelo estadounidense. Sin embargo, la hipótesis tiene muy pocas chances de concretarse, ya que Apple estuvo décadas construyendo una cadena de suministro finamente calibrada en China.

A su favor, la firma argumentó que, trasladar la producción de su teléfono insignia al territorio norteamericano sigue siendo inviable por razones estructurales, logísticas y económicas.

El propio Cook explicó en distintas oportunidades que el problema no radica en el costo de la mano de obra, sino en factores relacionados con la formación técnica y la escala de la infraestructura industrial disponible en su país.

A pesar de todo, se comprometió a invertir 500 mil millones de dólares en la manufactura estadounidense en los próximos 4 años, aunque aún deberá enfrentar los aranceles de China, Vietnam e India, donde se ensamblan sus AirPods, Apple Watch y MacBook.

Enemigo íntimo

Trump y Zuckerberg firman la paz. White House archive

Desde el primer mandato de Trump, la relación con Mark Zuckerberg fue descrita por los analistas como conflictiva. Estuvo plagada de enfrentamientos sobre las condiciones de las redes sociales, acusaciones de parcialidad y duras críticas sobre la moderación de contenidos.

La animosidad llegó a tal extremo que, en el libro «Save America», publicado en 2024, Trump acusó a Zuckerberg de conspirar contra él en 2020 y afirmó “si hace algo ilegal esta vez, pasará el resto de su vida en prisión, al igual que otros que hagan trampa en las elecciones presidenciales”.

El distanciamiento comenzó a disiparse tras una reunión en Mar-a-Lago, donde Zuckerberg le propuso a la administración un método para promover el liderazgo tecnológico estadounidense en el extranjero, según Andy Stone, director de Meta.

No quedan dudas de que Zuckerberg hizo todos los deberes – cenas privadas, apariciones públicas, donaciones de campaña y cambios en sus plataforma- para complacer a Trump.

En las últimas semanas se filtró también una charla con sus empleados en donde, a modo de arenga, sostiene que “ahora tenemos la oportunidad de tener una colaboración productiva con el gobierno de Estados Unidos y la vamos a aprovechar”.

En uno de estos encuentros, Zuckerberg le pidió al mandatario que pusieran punto final a la persecución del gobierno estadounidense contra Meta por prácticas anticompetitivas.

Durante el primer mandato de Trump, la Comisión Federal de Comercio (FTC) demandó a Meta por sofocar la competencia al comprar startups como Instagram y WhatsApp, impidiendo que se convirtieran en empresas independientes. Si el juez falla en su contra, Meta podría verse obligada a desmembrarse.

A los Bezos

Efemérides 12 de enero: nace Jeff Bezos.

Otro que tuvo un comienzo para el olvido fue Jeff Bezos. En 2019, decidió demandar al Pentágono, alegando que el presidente Trump había anulado un contrato de servicios en la nube de 10.000 millones de dólares. El eje era la difamación que hacía The Washington Post, cuyo propietario fue ridiculizado por Trump llamándolo «Jeff Bozo».

Para Bezos, la era Trump 2.0 presenta enormes riesgos financieros. Sus intereses comerciales son vulnerables a la política fiscal y arancelaria, con millones de dólares en juego en contratos relacionados con la seguridad nacional y el espacio.

El futuro de Blue Origin, su proyecto estrella para hacer accesibles los viajes espaciales, requiere muchas aprobaciones y controles estatales. Allí compite con SpaceX, de Elon Musk, quien se le saca varios vuelos de ventaja.

Por eso, en el último año, Bezos pegó un giro inesperado en su relación con el mandatario, a quien había calificado de «amenaza para la democracia». Su cambio de postura sorprendió a sus antiguos colaboradores y dejó vacilando a la cúpula del Post.

El día de la investidura, Bezos apareció alineado junto a otros multimillonarios en la toma de posesión. Para esa ceremonia, destinó un millón de dólares y fue transmitida en directo por Prime Video. Además, pagó 40 millones de dólares por un documental sobre Melania Trump, tres veces más que la oferta de Disney. De esa cantidad, 28 millones irían al bolso de la primera dama.

Un millonario en aprietos

Dos potencias se saludan. REUTERS

Musk es uno de los aliados más cercano al presidente y una de las figuras que más se expuso durante la campaña para que ganara las elecciones. No han transcurrido ni tres meses desde que asumió el cargo, que el vínculo entre estas personalidades ya amenaza con resquebrajarse.

En este lapso, pasó de presidir la mesa de reuniones del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) a quedar relegado en un lateral. «No necesito a Elon para nada, salvo por el hecho de que me cae bien», llegó a asegurar Trump.

Musk fue el único que salió a cuestionar los brutales aranceles lanzados por el presidente, quien finalmente tuvo que dar marcha atrás y postergar por tres meses la medida ante el desplome de los mercados.

No es la primera vez que Musk discrepa con Trump. Ya lo hizo sobre algunas cuestiones políticas o la selección de personal, pero siempre fueron roces discretos. En esta ocasión hubo escándalo y demostró las diferencias estratégicas que hay dentro del círculo íntimo del mandatario.

El papel polarizante de Musk al frente del DOGE, podría llegar pronto a su fin. Restando importancia a los rumores, Trump señaló frente a los periodistas que «en algún momento volverá a dirigir sus empresas”.

Musk fue contratado como empleado especial del Gobierno, lo que significa que sólo puede trabajar 130 días en un periodo de 365 días. Aunque no se comprometió a dejar la administración en una fecha concreta, el 30 de mayo se cumplirán los días pautados desde la toma de posesión de Trump.

SL

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