La intervención quirúrgica a Alan Márquez demandó más de 9 horas en el quirófano del sanatorio de la Cañada, en Córdoba Capital. Su mamá había adelantado que el objetivo de la cirugía era “reducir” el desplazamiento en la zona de la pelvis y fijarla con plaquetas.
Esta era una de las múltiples lesiones que lo mantienen en estado reservado tras caer el pasado 3 de mayo desde un tercer piso en un sector de monoblocks.
El procedimiento fue llevado a cabo por dos prestigiosos cirujanos especializados en trauma óseo, quienes abordaron la compleja fractura en su pelvis, que, si bien tenía grandes posibilidades de éxito, también conllevaba un riesgo elevado debido a la proximidad de nervios y vasos sanguíneos. Por ello, la madre del joven trabajador de la salud había pedido cadenas de oración en nombre de su hijo.
Robo de película en Neuquén: cayó una banda que se llevó $50 millones de un auto sin forzarlo
Cayó de un tercer piso en Santa Cruz y se salvó de milagro
Juan Palacios-La Opinión Austral
Si bien la intervención quirúrgica estaba programada para el viernes 16 de mayo, se retraso en la llegada de los materiales quirúrgicos y finalmente, se concretó este lunes, El camillero santacruceño ingresó a las 08:00, y salió alrededor de las 17:00.
“Recién termina la cirugía, gracias a Dios está estable, con colocación de placas y tornillos”, adelantó Julia López a La Opinión Austral.
“El médico dice que costó mucho sostener el costado pélvico para la colocación de placa, la pelvis hace fuerza para volver a su lugar, espero que los tornillos resistan al hueso pélvico porque puede que no, eso sólo se verá con las horas, pero perjudicó el tiempo perdido”, explicó.
Narcovalijas: cayó una banda que traficaba cocaína desde Chubut a Buenos Aires
“Gracias a Dios resistió la operación”, manifestó tras la intervención de 9 horas
Foto: ilustrativa Sanatoriodelacanada
¿FUE UN ACCIDENTE?
La madrugada del sábado 3 de mayo, Río Gallegos se tiñó de horror cuando un camillero de un hospital público cayó desde el tercer piso de un monoblock.
Sus últimas palabras, grabadas a gritos en la memoria de los testigos, resonaron como un presagio siniestro: “Me las van a pagar”.
El hecho ocurrió en el edificio ubicado en la intersección de Güemes y San Martín, Río Gallegos. Según vecinos, un estruendo seguido de gemidos los alertó. Alan yacía en la vereda con traumatismos severos.
Luego de ocho años, demolieron un aguantadero en la Patagonia
Las autoridades no descartan ninguna línea: desde negligencia laboral hasta conflictos personales. Es una frase cargada de rabia, pero ¿contra quién?.
Santa Cruz
Testigos recuerdan los minutos anteriores con un nudo en la garganta. “Me las van a pagar”, gritó, como si supiera que algo malo estaba por sucederle. Esa frase, cargada de dolor y de promesas, quedó como un eco imposible de callar.
La Policía de Santa Cruz analiza cámaras de seguridad, toma declaraciones, revisa mensajes y llamadas. Mientras tanto, la comunidad se moviliza. Hay marchas pidiendo justicia, pancartas con su nombre y declaraciones públicas.