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Mi papá murió esperando un marcapasos: el dolor de una familia en Junín

Raúl Pascual Canzonetta, jubilado ferroviario de 76 años, falleció el 26 de agosto en el Hospital Interzonal de Junín mientras aguardaba un marcapasos que PAMI nunca entregó. Su historia, relatada por su hijo Matías en diálogo con PERFIL, desnuda la crudeza de un sistema atravesado por la burocracia, la falta de insumos y el abandono de miles de afiliados de la obra social más grande del país.

El 21 de agosto, Raúl ingresó a la guardia con una insuficiencia respiratoria y fue derivado a terapia intensiva, donde le colocaron un dispositivo artificial de urgencia. Los médicos dejaron en claro desde el primer momento que su vida dependía de la llegada del marcapasos definitivo, modelo DDDR. Al día siguiente, el pedido estaba formalmente realizado, pero la respuesta del PAMI fue lapidaria: “No hay stock”.

“Mi papá murió esperando un marcapasos”: el dolor de una familia en Junín.

Durante cinco días, Matías recorrió oficinas, realizó llamados y se reunió con autoridades del organismo en Junín. “Me dijeron: ‘No te preocupes, tu papá se va a salvar, pero el marcapasos va a llegar el viernes’. Era una promesa sin sustento, faltaba una semana para eso, mientras mi viejo se moría en terapia”, recordó. En medio de la desesperación, incluso consiguió por sus propios medios que le ofrecieran un dispositivo de una persona fallecida, aunque no pudo ser utilizado por requisitos legales y técnicos.

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La familia incluso evaluó la posibilidad de comprar el marcapasos por cuenta propia para acelerar la operación. Sin embargo, se encontraron con un obstáculo insalvable: si el dispositivo no era provisto por PAMI, la obra social también se desligaba de cubrir la cirugía y todos los gastos médicos asociados. Eso implicaba afrontar un costo millonario imposible de asumir en tan poco tiempo.

“Nos explicaron que si lo comprábamos nosotros, debíamos pagar también la operación, y en algunos casos hasta corríamos el riesgo de quedar desafiliados”, contó Matías, quien finalmente desistió de esa opción al ver que la urgencia de su padre no podía esperar.

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La familia recibió finalmente la autorización para retirar un marcapasos en la sede de PAMI Mataderos, en la Ciudad de Buenos Aires. “Ese mismo día vi a mi papá en terapia, ilusionado con la idea de que lo iban a poder operar. Estaba contento. Yo tenía todo listo para salir en la madrugada hacia Mataderos a buscar el dispositivo, pero a la 1 de la mañana sonó el teléfono. Ese audio con los sonidos de terapia de fondo no me lo voy a olvidar nunca”, confesó.

En medio del dolor, Matías subrayó la tarea del Hospital Interzonal Abraham Félix Piñeyro y agradeció de manera especial al equipo que acompañó a su padre hasta el último minuto: “Quiero agradecer a todo el hospital, al personal de Guardia, a los médicos terapistas, a los enfermeros de terapia intensiva y a sus directores, el Dr. Fernando Crocco y la Dra. Cristina Cerulli. Hicieron todo lo médicamente y humanamente posible por mi papá”.

La crítica, en cambio, apuntó de lleno a PAMI, un organismo que concentra más de 4,8 millones de afiliados pero que, en la práctica, deja a muchos frente a un panorama desolador. El 0800 no funciona durante el fin de semana y, cuando Matías finalmente consiguió una reunión con las autoridades locales, se encontró con directivos “muy disociados de la realidad”.

“Yo estaba desesperado porque mi padre se moría. Me quedé paralizado, shockeado y muy dolido, no sólo por la situación en sí, sino por la falta de empatía hacia el paciente y su familia ¿Qué pasa con los cientos de Raúles que no tienen hijos que puedan movilizarse rápido o contar con recursos?”, se preguntó.

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El testimonio de Canzonetta adquiere además una dimensión política en un momento en que se multiplican denuncias de corrupción y presuntas coimas en compras estatales. «No me sorprende -dijo-. Lo veo todos los días como periodista y ahora lo viví en carne propia».

Con la voz entrecortada, Matías dejó un mensaje final: “Yo quiero que esta historia sirva para que no le pase a nadie más«. En sus palabras, para que ningún hijo tenga que recibir esa llamada.

La historia de Raúl Pascual Canzonetta no es un caso aislado: es el retrato de un sistema que se acostumbra a fallar en lo esencial. Mientras las estadísticas oficiales celebran la magnitud de PAMI y su alcance, la realidad muestra que detrás de cada número hay una vida en suspenso, familias que pelean contra la desidia y médicos que trabajan a contrarreloj sin las herramientas básicas.

Matías Canzonetta y su papá.

La versión de PAMI

Consultados por este medio, desde PAMI dieron su versión de los hechos. Señalaron que Raúl Pascual Canzonetta “ingresó en un centro que no tenía la complejidad suficiente para atender su patología” y que, en lugar de derivarlo, fue admitido en el Hospital Interzonal de Junín. Según explicaron, al día siguiente ingresó un pedido por un marcapasos específico que fue rechazado porque no había stock, -fin de semana de por medio no se actuó- y, finalmente, el lunes llegó la solicitud por otro modelo distinto.

Desde el organismo remarcaron que hicieron el pedido de la historia clínica para comprender ese cambio en la indicación médica y que el trámite se gestionó “por vía de excepción”, aunque luego se cayó. Afirmaron que el último pedido fue aprobado a las cinco horas y que el dispositivo estaba programado para ser entregado el martes, pero “lamentablemente el paciente falleció antes”.

Finalmente, aseguraron que “se están realizando las averiguaciones correspondientes sobre la historia clínica para poder actuar debidamente”.

En el mientras tanto, la web del organismo promete “profesionalismo” y “calidad de vida”. Pero las palabras se vacían cuando la espera por un insumo vital se convierte en una sentencia de muerte. Quizás el verdadero desafío no esté en repetir esloganes, sino en garantizar que ningún otro Raúl muera atrapado en la maraña de la burocracia.

GD / EM

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