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Crisis de liderazgo

“Martin Lousteau juega para su electorado de la ciudad y eso está enojando al interior porque no representa a la UCR Nacional”, comenta a ADNsur un experimentado radical. 

“En el Congreso del PJ puede surgir la propuesta de ir a internas para la elección de autoridades partidarias”, deslizan algunos sectores del peronismo. “A Macri lo resisten algunos del PRO, pero es quien va a poner orden”, cuentan desde el partido amarillo.

Los partidos y la política están en crisis interna. Reacomodarse está llevando mas tiempo del que algunos quieren. Que la presidencia la haya ganado un outsider que no se cansa de mostrarse disruptivo, pone en jaque a todos los políticos. 

También a la sociedad marcada por una polarización entre quienes dicen que “hay que aguantar” y quienes padecen el empobrecimiento constante al que están sometidos. Mientras el gobierno informó el viernes que, el resultado fiscal, dio superávit financiero, los sueldos de la clase media trabajadora, no logran sostener los aumentos de colegios privados, prepagas, transporte, combustible, servicios. La licuadora hace estragos en la economía real.

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La pregunta es: Políticamente, ¿Quién va a capitalizar y cooptar el descontento de esa parte de la grieta? La respuesta es compleja porque entre los decepcionados, están los que votaron y apostaron por Milei pero también el núcleo duro de opositores a todo lo que provenga del “león”.

Resulta muy difícil poder encarar una conquista si, de puertas para adentro, cada uno de los sectores políticos, tienen conflictos enmarañados y con daños de estructura y liderazgo.

La UCR venía exponiendo diferencias siendo que muchos se colocan como la “oposición dialoguista” al gobierno, intentan tener apoyo a algunos puntos que presenta el Poder Ejecutivo y, por sobre todo, hace fuerza para no quedar emparentados con el kirchnerismo. El jueves pasado, Martín Lousteau (titular del Comité Nacional de la UCR), votó en contra del DNU y generó una revolución interna porque, la mayoría del bloque, estaba a favor de la iniciativa presidencial. No parece que la situación partidaria vaya a resolverse pronto. En la Cámara de Diputados, Facundo Manes, encabeza un fuerte descontento con todo lo que provenga desde la libertad avanza. Al día de hoy, con la tensión interna del radicalismo, en ninguna de las cámaras hay acuerdo en cómo votar cada proyecto legislativo. La UCR se encamina a la famosa “libertad de acción” en cada voto y, por ende, poca estructura lineal en las posturas políticas.

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Por su parte, el peronismo, que siempre se caracterizó por la “obediencia partidaria”, también esta fragmentado.  El próximo 22 de marzo, se reúne el Congreso Nacional del PJ para definir los pasos a seguir luego de la licencia que se tomó Alberto Fernández, muy cuestionado por varios sectores peronistas en su gestión interna y en su rol como presidente de la Nación. A la cita, se esperan 900 congresales de todo el país y que se pueda determinar una fecha para elecciones. La idea es que participen todos los sectores, desde el kirchnerismo hasta el peronismo más ortodoxo. ¿Irán las figuras consideradas referentes al Congreso? ¿O Cristina Kirchner y Sergio Massa moverán sus hilos desde las sombras? Tampoco es una época fácil para el legendario partido. Hay quienes empujan a internas partidarias y quienes sostienen que eso puede traslucir las grandes divisiones que presentan los peronistas.

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A los que les corre la fecha electoral es a los integrantes del PRO. El 19 de marzo tienen que presentar las candidaturas ante la Justicia electoral. El PRO renueva todas las autoridades, y están en juego la presidencia del partido y la Asamblea, entre otros cargos. Todo indica que, Mauricio Macri, será coronado como presidente del partido pero hay que ver las posturas que tomaran Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Toda una incógnita es si Larreta quedará dentro de la estructura que lleva dos décadas en la política argentina o dará el portazo.

Mientras tanto, Javier Milei, parece no ocuparse de cuestiones de La Libertad Avanza. Su estilo unipersonal deja de lado cuestiones de armado colectivo. El presidente esta centrado en su dialéctica anticasta a cada paso de gobierno. En declaraciones a la prensa, luego del rechazo al DNU en el Senado, el mandatario insistió con la idea de que la votación “dejó en claro quiénes son los que verdaderamente están en contra de los argentinos”. Por ahora, la apuesta “anticasta” sigue siendo una herramienta. Sin embargo, la negociación es parte del gobierno en la actualidad. El Ejecutivo ya tiene dos proyectos para enviar al Congreso de la Nación: la nueva Ley de Bases y el paquete fiscal. El toma y daca es con los gobernadores. Más allá de los relatos, el oficialismo, necesita de esa “casta” para lograr avances en la gestión. El planteo del Pacto de Mayo intenta ir en esa línea y vuelve a poner sobre la mesa el poder de negociación (y flexibilidad) que pueda tener el oficialismo nacional para obtener aprobación de los dos proyectos. Hay que ver si funciona el arte de la búsqueda de consenso político.

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Para el gobierno nacional, sin esas leyes no hay Pacto de Mayo. Para los gobierno provinciales, lo importante es asegurarse la coparticipación que le otorgue fondos para afrontar la crisis económica que se acentúa por la recesión.

No se puede dejar de lado el desafío de La Libertad Avanza. Si bien no parecen mostrar preocupación por el orden interno, esta semana, los rumores acerca de la tensión entre la fórmula presidencial, obligaron a desmentir fricción entre Milei y Villarruel. Todo resulta una maqueta para el exterior. Necesaria, por supuesto pero poco sólida si no logran consolidar una estructura de trabajo mas articulado con todos los sectores del gobierno.

El desafío es arduo y parece no dar tiempo. Reordenarse internamente, mostrar eficacia, resultados en la población y cercanía ante una sociedad con muchos conflictos cotidianos a la que solo le piden “paciencia y tiempo” sin marcar un horizonte de esperanza.

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